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El tamaño aparente del sol anaranjado crece hasta ocupar una buena parte de mi campo visual. A tan corta distancia, observo con la máxima nitidez monstruosos chorros de gas ardiente elevándose hasta unos pocos millones de kilómetros de mí. Su estructura me recuerda a las protuberancias de nuestro Sol, si bien el mecanismo inductor aparenta ser por completo distinto. Aprecio asimismo unos sorprendentes anillos de materia alrededor de la estrella, a apenas diez millones de kilómetros de sus capas externas.
(...)Los descubrimientos que he cosechado tendrán ocupadas a legiones de especialistas durante décadas, y echarán por tierra más de una teoría tenida por incuestionable. En estos meses, he visto, oído y palpado cosas maravillosas...
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Escucho los bramidos lejanos de los torbellinos que envuelven a los agujeros negros, el estampido de supernovas y galaxias en colisión, el eco del Big Bang... Veo no sólo la luz, sino el calor, la radiación ultravioleta, X, Gamma. El universo entero se me presenta así increíblemente activo, sin apenas ningún hueco vacío. Donde el ojo humano ve oscuridad, yo contemplo fuegos pirotécnicos. Donde el oído humano escucha el silencio, yo oigo la sinfonía del cosmos. Percibo el cosmos no como el Gran Vacío con que lo conoce el Hombre, sino como un tupido organismo vivo, cuyos filamentos serpentean por doquier en una maraña complejísima de interacciones.
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Mi locomoción no es con ruedas, sino con ocho patas. En una superficie lisa no puedo correr tanto como ellos, pero soy capaz de avanzar bien por terrenos para ellos peligrosos.
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Gira su proyector láser. A modo de escudo, interpongo mi pala justo delante del mismo, absorbiendo el disparo. La recarga del láser requiere tres segundos. En ese tiempo le descargo con la máxima fuerza posible un golpe de pala. Abollo de modo considerable su fuselaje, arranco varios sensores y destrozo la tracción de dos de sus ruedas. Me protejo de su siguiente disparo. La temperatura de la pala sube con rapidez.
(...)En un escenario planetario casi surrealista, iluminado por un halo violeta nocturno intenso, producto de la mezcla entre una aurora polar y un fenómeno análogo al Sol de Medianoche, una araña metálica gigante se bate en singular duelo contra dos todoterrenos que circulan a su alrededor como lobos hambrientos atacando a un bisonte.
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Me sostengo en cuatro patas y empleo las otras cuatro para pisotearle una y otra vez. Sus reactores rugen de improviso y me escupen una llamarada propulsiva. Con la parte alcanzada del fuselaje al rojo vivo, contraataco con mayor brutalidad, destrozando su sistema de guiado.
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Como medida de seguridad, me veo obligado a anular los sistemas de control remoto operables desde la Tierra. Ahora, sólo yo podré gobernar la nave y acceder a sus sistemas. Sé que esta decisión encierra riesgos, ya que si algo me ocurriera, o algún desperfecto dañase el sistema de guiado, nadie podría rescatarme.
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No
recuerdo qué Día de Vuelo es hoy. A decir verdad, no he recordado
tampoco el factor Tiempo hasta hoy. Trato de obtener una fecha
aproximada basándome en mis apreciaciones subjetivas, pero me resulta
imposible.(...)
Sé que se han operado cambios en mi personalidad. Cada vez me resulta más evidente. Quizá lo más extraño es que no se trata de una degeneración, sino de un cambio.
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He tenido que cartografiar la bóveda celeste y deducir mi localización en el cosmos a partir de las posiciones relativas de las estrellas y sus movimientos. Como suponía, los desperfectos en los sistemas de guiado y navegación propiciaron una desviación de la trayectoria que me llevó a pasar a medio año-luz de la Tierra y realizar después una maniobra de frenado en un lugar y momento incorrectos. He perdido mucha de mi velocidad inercial, y apenas queda combustible en los tanques de reserva. Por otro lado, el sistema solar, en su circulación constante alrededor del núcleo galáctico, se halla ahora en una posición muy alejada de la que ocupaba cuando inicié el viaje.
