CAPÍTULO 7
01/07/2287
Por fin, el día de la partida. Desde hace tres meses, estoy instalado
en mi nuevo cuerpo. Mis dimensiones "anatómicas" son de unos 320 metros
de largo por 150 de diámetro medio. Mi aspecto no difiere del de una
sonda interestelar convencional. Una estructura más o menos cilíndrica,
rematada por la sección en forma de campana de los reactores, y
diversos instrumentos sobresaliendo del fuselaje.
Horas antes de la partida, mantengo una charla privada con mis amigos y
colegas. Reunidos en uno de los módulos de carga aún presurizados, me
dan sus últimos consejos y me desean suerte.
Michel Joly, que me ha sustituido en mi cargo en el instituto, bromea
conmigo.
--Te vas de vacaciones y gratis a un lugar donde ninguno de nosotros
podría pagarse.
--Te envidio, Kennert. Vas a vivir la experiencia más trascendental que
ningún humano haya vivido jamás --confiesa Eva Zetterling.
--Y no tendrá usted que compartir el mérito con nadie --apunta Arthur
Lemke-- Es el único astronauta en el viaje.
--Yo también le envidio a usted --declara Richard Heydon-- Pero más que
por su viaje, por el estado que ha alcanzado. ¿Se da cuenta de que
puede llegar a considerársele un eslabón posterior al Homo Sapiens en
la evolución de la humanidad?, un primer ejemplo del Hombre del Futuro,
liberándose de las cadenas que siempre nos han amarrado a un cuerpo
determinado, para poder cambiar según convenga, supeditando el cuerpo a
la mente y no al revés como por desgracia casi siempre ha sido.
--Muchas Gracias, doctor Heydon, aunque yo no me considero por encima
de ustedes, muy al contrario, son ustedes quienes han hecho posible mi
metamorfosis.
La charla se prolonga unos minutos más. La emoción se palpa en el
ambiente.
Por último, salen del módulo.
A las 0:00 horas
del día de vuelo 1, según mi calendario de a bordo,
activo los propulsores, abandonando mi órbita alrededor de la Tierra.
Mientras efectúo las maniobras posteriores, acelerando mi cuerpo fuera
del sistema Tierra-Luna, escucho las diversas transmisiones terrestres
que me acompañarán por unas semanas. Cuando despierte tras mi primer
sueño, recibiré sólo murmullos ocasionales.
Día
de Vuelo 23
Hoy cruzo la órbita de Marte. A partir de ahora, pondré a pleno
rendimiento mis propulsores. Dentro de unas semanas entraré en un coma
profundo del que me despertaré pasado un año, tiempo aproximado para
completar la aceleración hasta la velocidad de navegación. Ésta será de
unos 240.000 kilómetros por segundo, un 80 por ciento de la de la luz.
Aunque no es lo bastante próxima a ella como para originar importantes
desfases relativistas del tiempo, sin duda registraré una divergencia
temporal a mi regreso a la Tierra.