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Química
Determinar el Estado Exacto de Conservación de un
Libro Sólo Por Su Olor
15 de Enero
de 2010.
Los
científicos pueden no ser capaces de adivinar un buen libro por su
cubierta, pero ahora sí pueden determinar, a través del olor, en qué
condiciones de conservación se encuentra un libro viejo.
Un grupo de expertos ha desarrollado un nuevo análisis que puede medir
la degradación de libros antiguos y documentos históricos sobre la base
de su olor. La prueba “olfativa”, no destructora, puede ayudar a
bibliotecas y museos a preservar una variada gama de objetos de gran
valor hechos de papel, algunos de los cuales están degradándose
rápidamente debido a su gran antigüedad.
Matija Strlic y sus colegas hacen notar en el estudio que el bien
conocido olor a moho que emana de un libro antiguo cuando sus lectores
lo hojean, es el resultado de cientos de los llamados compuestos
orgánicos volátiles (COVs) que emanan del papel.
El aroma de un libro viejo es familiar para todos los usuarios de una
biblioteca tradicional. Este inconfundible olor es tan propio del libro
como su contenido. Es el resultado de las emanaciones de varios cientos
de COVs procedentes del papel y de todo el objeto en general. La mezcla
particular de compuestos es la consecuencia de una red de vías de
degradación, y depende de la composición original del objeto, incluyendo
el sustrato de papel, la encuadernación y otros elementos.
Esas sustancias volátiles portan pistas sobre la condición del papel.
Los métodos convencionales para analizar los materiales de las
bibliotecas y de los archivos incluyen, entre sus pasos, cortar trozos
del documento y estudiar esas muestras con el equipamiento tradicional
de laboratorio. Pero con esta manera de trabajar siempre se daña al
objeto en estudio.
La nueva técnica analiza los gases emitidos por los libros y documentos
viejos, sin alterar a los objetos. Los científicos la utilizaron para
“olfatear” 72 documentos históricos de los siglos XIX y XX.
Identificaron 15 COVs que parecen ser buenos candidatos a marcadores
para determinar el grado de degradación del papel con el propósito de
optimizar su preservación. El método también puede ayudar a conservar
otros objetos de interés histórico.
Información adicional en:
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