EN EL OJO
DEL CICLÓN
Día a día, los
satélites meteorológicos nos desvelan el desarrollo de
tormentas y otros fenómenos meteorológicos peligrosos. Pero ¿seríamos
capaces de interpretar el verdadero origen de un superciclón que
hubiese sido provocado de forma deliberada mediante una intervención
tecnológica? ¿Sería conveniente ocultar su procedencia para evitar una
reacción de pánico incontrolable en la población? ¿Podría una batalla
meteorológica quedar disimulada dentro de las anomalías vinculadas al
Cambio Climático Global? ¿Qué medidas para neutralizar huracanes se
tomarían en una contienda bélica de semejante naturaleza? "En el Ojo
del Ciclón" es un relato de acción que aborda el tema de la guerra
meteorológica, con oportunas dosis de suspense.
Tras la disolución de la URSS, una serie de científicos que trabajaron
en un proyecto secreto de manipulación meteorológica con fines
armamentísticos, se fugan sin dejar rastro. Años después, ante la
sospecha de que esos científicos hayan reproducido y perfeccionado para
algún gobierno fanático o grupo de poder esos sistemas de guerra
meteorológica, diversos ex-miembros del proyecto son reclutados por una
unidad especial de la Fuerza Aérea rusa, con el fin de efectuar un
seguimiento en todo el mundo de fenómenos meteorológicos sospechosos.
Una serie de perturbaciones en el Océano Pacífico revelan a esta unidad
que se ha iniciado allí la fabricación de un superciclón diez mil veces
más dañino que un huracán normal, que se dirigirá contra Estados Unidos
devastando la nación de costa a costa, y que causará efectos
imprevisibles en la climatología mundial durante años. Una escuadrilla
de pilotos que participó en los experimentos atmosféricos sobre
generación de huracanes, deberá intentar aplicar contramedidas en la
zona de formación del ciclón, afrontando anomalías meteorológicas de
creciente violencia, y con el temor de que el gobierno estadounidense
se percate de la naturaleza y envergadura de la amenaza, e inicie un
contraataque meteorológico contra Rusia, camuflado también, de cara a
la opinión pública y a la diplomacia internacional, como una catástrofe
natural.
"EN EL OJO DEL CICLÓN" de Jorge Munnshe
fue publicado originalmente en libro impreso por
la editorial Espiral en 1996,
compartiendo el volumen con otros dos
relatos del autor. Dicha edición impresa ya está agotada desde hace
años. Con ocasión de la reedición en Amazings.com, el
autor ha introducido algunos retoques en el texto original. Esta
reedición incluye una treintena de ilustraciones originales realizadas por el propio Jorge Munnshe.
A modo de muestra, ofrecemos a continuación algunos fragmentos del
relato.
Lo que sigue a continuación es un texto elaborado a partir de las
declaraciones del coronel Gennady Klebanov ante la comisión
gubernamental encargada de esclarecer los hechos acaecidos en el
Pacífico. Tales hechos, así como este documento, están
clasificados como información de acceso restringido.
(...)
El propósito que perseguía el programa KR-682 era un
anhelo presente en el Ser Humano
desde su inicio como especie, y al
mismo tiempo suponía alcanzar una estrategia bélica capaz de sostener
una guerra contra la otra superpotencia sin que se cumpliera el
Principio de Destrucción Mutua Asegurada, basado en el poder del
armamento nuclear.
Tan singular estrategia consiste ni más ni menos que en el Control de los Fenómenos Meteorológicos.
Una
sequía absoluta en EE.UU. que se prolongase
durante más de diez años, o una oleada inusitada de ciclones e
inundaciones, sumirían el país en un estado tan catastrófico que su
condición de superpotencia se vendría abajo, perdiendo su influencia
internacional. El resultado final en términos de logística militar
sería similar al sufrido mediante un ataque nuclear moderado, con la
diferencia fundamental de que no originaría una respuesta bélica contra
la URSS, al ser fruto de un desastre natural.
Es
también indudable el
valor de la meteorología en una batalla puntual. Un ciclón puede
paralizar cualquier posible actuación defensiva de la aviación enemiga,
facilitando una incursión, cuando no ser en sí mismo un arma capaz de
devastar instalaciones militares sin necesidad de bombardearlas.
(...)
En los años
inmediatos que precedieron a la
desintegración de la URSS, nuestros logros alcanzaron manifestaciones
palpables de control meteorológico. Entre los diversos tipos de
fenómenos provocables por medios artificiales, estuvimos trabajando en
primer lugar con la generación de ciclones. La primera experiencia
práctica se llevó a término en el polígono de pruebas de Pavlovinsk, en
Siberia, dentro de una gigantesca cámara. Durante veinticinco minutos,
un minihuracán de cien metros de diámetro evolucionó sobre un estanque
de agua.
Meses
después, estuvimos en condiciones de generar
un ciclón artificial. Una flotilla de buques con el utillaje técnico
necesario fue enviada al Pacífico simulando maniobras militares de
rutina. El resultado de nuestra acción fue un virulento tifón que operó
dentro de la zona por nosotros escogida.
(...)
Con el golpe de
estado, la posterior disolución de
la Unión Soviética, y las crisis económicas que nos han afectado
durante todos estos años, las fugas de cerebros envueltos en el
programa KR-682, o su integración en diferentes naciones independientes
resultantes de la fragmentación de la URSS, originaron un peligroso
descontrol de los conocimientos científicos y tecnológicos del
proyecto.
Ante
esta situación de alerta, fui requerido de manera
extraoficial por determinados estamentos de los servicios secretos de la Fuerza Aérea para
contribuir, en la medida de lo posible, a descubrir el paradero del
general Zimanov y de otros ex-miembros del programa, y estudiar
cualquier fenómeno meteorológico anómalo que pudiera revelar la
intervención artificial de nuestros sistemas inductores.
(...)
El primer síntoma inequívoco de la utilización de nuestro sistema inductor meteorológico lo tuvimos en cierta anomalía climática registrada en el Océano Atlántico, caracterizada por cambios en el nivel de las aguas así como en las temperaturas de su superficie. Al parecer, Grigory Zimanov había logrado obtener recursos humanos y económicos para proseguir con las pruebas del sistema inductor. Quizá se trataba de una demostración para convencer de la viabilidad del sistema a algún gobierno o grupo de poder.
(...)
Al parecer, la destrucción de una plataforma petrolífera por un tifón, catástrofe que desbarató los planes expansionistas de una compañía y permitió a otra hacerse con un mercado al que de otro modo no habría tenido acceso, respondió a un ataque meteorológico perfectamente planificado. Según algunos de nuestros informadores, operaciones similares, aunque a menor escala, podrían estar planeándose, o haberse realizado ya sin que nos hubiéramos percatado de su naturaleza, para provocar desastres meteorológicos, en lugares y momentos estratégicos, que ocasionasen graves daños en infraestructuras, lográndose con ello espectaculares caídas en bolsa de determinadas empresas.
(...)
Día 1
En los últimos meses, se está registrando una seria
anomalía climática en el Pacífico, en cuya estructura reconocemos los
patrones típicos de nuestro sistema inductor, y que tiene múltiples y
graves consecuencias. Día a día, asisto a preocupantes boletines
meteorológicos.
(...)
Día 4
Los
análisis realizados por ordenador concuerdan con
los estudios teóricos, proporcionando conclusiones alarmantes. No sólo
es meteorológicamente factible haber
provocado en los meses pasados las
condiciones anómalas para la inducción de un superhuracán en el
Pacífico, sino que el examen de todos los datos acumulados indica que
es eso lo que está formándose en el océano. La evolución del fenómeno
tormentoso y de los factores meteorológicos permiten prever con toda
claridad que el superciclón avanzará contra EE.UU. cruzando de costa a
costa. Sin duda, no pasarán muchos días antes de que los satélites y
observatorios meteorológicos del resto de naciones descubran lo que va
a suceder en el Pacífico. En especial, la NOAA estadounidense se
percatará de la amenaza apocalíptica que el fenómeno supone para
Norteamérica.
El móvil de tamaña agresión puede ser político, religioso o económico. En cualquier caso, la intervención de la facción del general Zimanov, apoyada por alguno de los numerosos
gobiernos y organizaciones extremistas que son hostiles a EE.UU. por causa de su política internacional o por otras razones, resulta para nosotros incuestionable ante tan claro
objetivo.
(...)
El general Zimanov está fanatizado hasta la frontera entre el heroísmo y la demencia, como otros muchos líderes tristemente célebres en la historia de las guerras. Y como él, bastantes de sus seguidores y de sus nuevos aliados.
(...)
Han aguardado el
momento meteorológico más propicio,
para inducir durante meses fuertes inestabilidades hasta engendrar el
que puede ser el Ciclón del Juicio Final para EE.UU. y quizá para otras
naciones próximas. El general Zimanov, con esa mezcla de locura y
astucia de los golpistas y aventureros militares, no ha escogido un
fenómeno lento, como por ejemplo una sequía de diez años, la opción más
sensata tanto por el bajo riesgo para la meteorología mundial como por
su perfecto camuflaje dentro de las anomalías naturales envueltas en
los ciclos climáticos perturbados por la polución medioambiental.
Zimanov
ha desechado esta opción, la que menos vidas humanas se
cobraría, y ha escogido la jugada más violenta y temeraria. Ha
preferido sacudir la biosfera entera, accionando la ruleta de las
fuerzas naturales, liberando de una sola vez un poder devastador,
fulminante. En sólo un mes, el superciclón causará tanto daño como diez
mil huracanes convencionales juntos. Asolará Norteamérica de costa a
costa, causando como subproducto inundaciones, vendavales, tempestades
de nieve y granizo, aparatosas tormentas eléctricas, y un sin fin de
efectos imprevisibles en un amplio radio. De hecho, repercutirá en una
medida desconocida sobre el clima mundial durante años.
(...)
Nos enfrentamos a una acción bélica sin precedentes.
Nuestros mejores científicos ayudados por supercomputadores se ponen a
trabajar en tratar de examinar posibles medidas que puedan
contrarrestar el ciclón. Por fortuna, el programa KR-682 también
preveía la posibilidad de un ataque meteorológico contra la URSS, y
dedicó parte de su desarrollo científico a posibles estrategias para
identificar ciclones artificiales y tratar de desviarlos o anularlos.
Las medidas a tomar serán muy drásticas, y peligrosas tanto en el
ámbito meteorológico como en otros.
(...)
Día 6
En su desconocimiento, o incredulidad, calculan que
será entre cinco y diez veces más dañino que un huracán normal. La
cifra real, diez mil veces, rebasa con mucho sus previsiones. También
subestiman su velocidad máxima, que será de 800 kilómetros por hora, y
su diámetro, que alcanzará los 4600 kilómetros.
(...)
Día 7
Es probable que de
un momento a otro el carácter
anormal del ciclón convenza de su origen artificial a los servicios
estadounidenses de inteligencia, más aún teniendo en cuenta que, según
sabemos, ellos pueden estar desarrollando un programa similar. Si no
logramos evitar la catástrofe, tememos que su reacción sea lanzar un
ataque meteorológico contra Rusia. Oficialmente, no habría guerra. No
admitirían estar atacándonos, y, por tanto, tampoco reconocerían haber
sufrido una agresión.
La
ironía más cruel de una batalla meteorológica
es que, debido a su peculiar naturaleza, pasaría desapercibida como tal
para la opinión pública y hasta para los servicios de inteligencia de
la mayoría de naciones. Por otra parte, ni al gobierno estadounidense
ni al nuestro les interesa que cunda el pánico en la población, ni que
se desate la lógica avalancha de indignación popular contra El Estado
que cabe esperar cuando el ciudadano de una superpotencia descubre que
está siendo atacado en su casa por fuerzas extranjeras pese a tanto
gasto militar al que ha tenido que contribuir con su esfuerzo económico
personal.
(...)
Día 8
(...)
En la operación participan dos submarinos nucleares, varios buques, un portaaviones, y una escuadrilla de modernos cazas MiG-38R, un modelo de capacidades secretas equipado con cañón láser.
(...)
A medida que nos aproximamos y descendemos,
registramos un creciente aumento de la velocidad de los vientos, y
debemos sortear zonas tormentosas. Se declara la situación de alerta en
todos nuestros aviones.
(...)
En unos
segundos vislumbro una imagen que parece
extraída de una pesadilla. No se trata de ninguna simulación, sino que
es una vista directa. Un tornado gigantesco, que me recuerda los
diagramas en forma de embudo sobre el poder succionador de los agujeros
negros, se ha instalado amenazante en esas coordenadas. Estoy seguro de
que no hay constancia de nada semejante en las crónicas humanas. El
torbellino se hunde en el océano, creando un dantesco maelstrom, cuya
depresión alcanza el kilómetro de profundidad. El efecto del vórtice ha
limpiado de neblina y gotas de agua sus alrededores, concentrándolas en
su interior.
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