CAPERÇAILLIE:
ESCOCIA EN ARMAS (MUSICALMENTE HABLANDO)
Por: Víctor Arenas.
Mira hacia el pasado y aprende. Así es como Capèrçaillie se han convertido en lo que son. Un grupo tan original que ni siquiera vale la pena clasificarlo.
Su primer verdadero éxito fue un tema de hace más de cuatrocientos años: es aquí donde reside la esencia de este sensacional grupo escocés, lo mejor de lo antiguo y lo nuevo, sabiamente mezclados. Su origen probablemente aconseje calificar su música como celta, pero quizá sería injusto, puesto que desde aquel "Coisich a ruin" ha pasado ya suficiente tiempo como para que la evolución de Capèrçaillie haya permitido derribar todas las barreras.
Ante estas perspectivas, no debe extrañarnos su enorme y creciente popularidad, no sólo en Escocia, sino también en el continente, donde las ventas de sus discos siempre han sorprendido a propios y extraños. Estamos, sin duda, ante una formación que ha alcanzado la plena madurez, cuyos discos (y sobre todo su directo) no dejan de maravillarnos, y que ni siquiera tiene imitadores.
Pero la historia viene de más atrás. Los fundadores de Capèrçaillie, en efecto, seis jóvenes llenos de ilusión, con un horizonte musical absolutamente meridiano, nunca pensaron en llegar a donde están ahora.
Karen Matheson (voz) y Donald Shaw (teclados y acordeón) se conocen desde el colegio (la Oban High School), y ambos decidieron unir sus inquietudes musicales. Ella había hecho ya algunas cosas con anterioridad, especialmente con The Etives. Las canciones que llenarían estos primeros años del grupo tienen un origen poco casual, puesto que la abuela de Karen, la cantante Elizabeth MacNeil, inculcó pronto a su nieta su amor por la tradición gaélica. Marc Duff (flautas), por su parte, había tocado a menudo con Shaw y se unió a la aventura, al igual que otros tres músicos (Joan MacLachlan, Shaun Craig y Martin Macleod) que más tarde abandonarían la formación.
Con ambiciones sin límite, consiguieron pagarse la grabación de su primer disco, Cascade, en 1984. Estuvo listo en tres días, y aunque no es un récord, sí nos indica cuál era la auténtica salud económica de los participantes en tan tempranas épocas. Cascade, como podía esperarse, está fuertemente influenciado por la música tradicional, con breves destellos de lo que estaría por venir.
Su segundo álbum, en 1987, sería Crosswinds. Coincidiría con la llegada del violinista Charlie McKerron y con sus primeras salidas al exterior. La visita al continente americano les introdujo de lleno en el ambiente y la industria musicales. Su nuevo sello, Green Linnet, publicaría Crosswinds y los dos discos siguientes. Esto implicó ser algo más conocidos, hasta tal punto que el Channel 4 británico les encargó la realización de la banda sonora para la serie de TV The Blood is Strong. Junto al nuevo bajista John Saich, el trabajo sería editado en 1988. El galardonado disco sería reeditado en 1995.
Pero la gran revolución estaba por llegar. La mejor época del grupo daría comienzo con la llegada ese mismo año de Mánus Lunny (bouzouki y guitarras), y con la edición en 1989 del cuarto álbum, Sidewaulk. El contenido del trabajo, producido por el hermano de Lunny (Dónal), continuaba siendo tradicional con aportaciones imaginativas de los componentes, pero empezaban a aparecer letras en inglés que engrandecieron su radio de acción. A partir de este momento. abandonaron Green Linnet y empezaron a grabar para Survival, en los estudios de Glasgow.
Quizá fue en Delirium, su próximo disco, en 1991, donde las expectativas quedarían plenamente confirmadas: en él, temas nuevos y muy viejos se entremezclan con una fuerza casi desconocida, un impulso que le llevaría al primer lugar de las listas especializadas. Puede que la mejor explicación a todo ello, además de su talento, deba buscarse en el tema ya citado, "Coisich a ruin", utilizado en un documental llamado A Prince among Islands, en el que aparecía el Príncipe Carlos promoviendo el movimiento gaélico y que obtuvo un gran seguimiento en TV.
A partir de entonces, sus giras en directo se multiplicaron, así como las colaboraciones y las salidas al exterior. El éxito había llamado a sus puertas, siendo la calidad y no la comercialidad, el garante de su meteórico despegue.
En 1992 apareció Get Out, aderezado con una mezcla de temas en directo y procedentes de otros álbumes. Sabiamente elegidos, el disco alcanzó altas cotas de ventas y extendió su popularidad aún más. La publicación de un video cubriendo un par de conciertos (Two Nights of Delirium) casi inmediatamente, catapultó al fenómeno Capèrçaillie hasta lo más alto.
Vendrían después Secret People, en 1993, y Capèrçaillie (1994), este último con nuevo material y temas remezclados o nuevas versiones del anterior. Ambos marcan el punto de madurez al que ya habíamos hecho referencia y que les ha convertido en lo que son hoy en día. Su presencia en el panorama musical es ya notable, hasta el punto que parte de su música sería empleada en la famosa película Rob Roy (cuya banda sonora fue publicada en 1995).
Su último disco hasta la fecha es To the Moon. En él, unos Capèrçaillie maduros, que saben lo que hacen, vuelven a dejarse llevar por su talento y buen hacer. Ha sido más de una década de constante evolución, de moldear su pasado tradicional con aquellos ingredientes modernos que han hecho de su música aquello por lo que sin duda serán conocidos en el futuro.
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